Los equipos suelen tener algún rival que, por el motivo que sea, les resulta especialmente incómodo. Un adversario al que arañarle un buen resultado cuesta mucho más que a otros. En el caso del Villarreal, esa piedra en el zapato se llama Real Madrid, al que se mide mañana en el Estadio de la Cerámica. Podría argumentarse que el potencial del equipo blanco justifica las dificultades que han tenido tradicionalmente los castellonenses en sus cruces pero ante un rival de un nivel similar, como el Barcelona, sus resultados han sido bastante mejores.
El Madrid es, con diferencia, el equipo que peor se le ha dado al conjunto amarillo desde que ascendió a Primera División, en la que debutó, precisamente, siendo goleado en el Santiago Bernabéu (4-1 el 31 de agosto de 1998). Aquel fue el primero de 42 enfrentamientos (todos en Liga) de los que el Villarreal únicamente ha sido capaz de ganar cuatro -el resto son 13 empates y 25 derrotas-. Por ponerlo el dato en perspectiva, ante el Barcelona, por ejemplo, han sido ocho victorias -el doble- en 45 cruces -tres más que ante los blancos-.
Así, el porcentaje de victorias de los castellonenses ante el Real Madrid es del 9,5 por ciento, el más bajo con diferencia de todos los que tiene ante rivales de Primera División. Una cifra que es casi la mitad que la siguiente peor, el 17,8 por ciento de victorias que tiene ante el conjunto azulgrana. Con los blancos tiene el Villarreal, además, su peor balance goleador (-47).
Tres de las cuatro victorias amarillas frente al Real Madrid han sido en el Estadio de la Cerámica, cuando todavía se llamaba El Madrigal. La primera fue la temporada 2006-07, tras 17 intentos fallidos, cuando el equipo que dirigía Manuel Pellegrini se impuso por 1-0, con un gol de Marquitos a los 68 minutos de juego, al bloque de Fabio Capello, en el que ya jugaba Sergio Ramos, por entonces como lateral diestro.